Mes de marzo, 2020, preparando nuestro fin de curso, pensando en vestuario, hablando con el teatro… haciendo realidad Alegría.

Mes de marzo, 2020, felices con la apuesta del Ayuntamiento, de su concejalía de Juventud, felices con el transcurso del musical, felices con el grupo, con su disposición, con su capacidad de trabajo, con cómo se iba haciendo realidad Peter Pan.

Y llega la Covid-19 y nos trastoca, nos deja de lado como si nos hubieran dado un buen sopapo, sin poder caminar como si nos hubieran atestado un terrible golpe en nuestra columna, como si nos hubieran partido por la mitad.

Pero toca reponerse y tatuarse en el cerebro el arcoíris de la esperanza, del “todo va a salir bien”, por principios y porque lo creemos de verdad, porque debemos creerlo de verdad, aunque solo sea por sobrevivir.

En este tiempo, también la salud de nuestras familias está tocada, y todo lo que no tiene que ver con lo que de verdad importa, pasa a un segundo plano. Y no, no es teoría, es real, te levantas y te acuestas solo pensando en la salud, en lo único que si está bien, te permite pensar en todo lo demás.

Y llegan los recibos, los alquileres, los ERTES y te devuelven a la otra realidad, a la que “más vale que estés bien porque mira todo lo que hay que pagar”.

Y te preguntas que por qué te has metido en este lío, qué te hizo montar una empresa, invertir tanto en un proyecto del que conocías los límites, con el que sabías que rica no te ibas a hacer y sin embargo, con el que cada mes que se sale adelante, sonríes feliz.

Y recuerdas cada avance, cada paso conseguido, cada reto del alumnado superado, cada fin de curso, cada aplauso dado, cada sonrisa de nuestro elenco al verse ahí, en un escenario haciendo cosas que sin ensayarlas, parecerían imposibles, en las caras del público, en los momentos de pura magia… y entiendes por qué te has metido en este tinglado.

Y pasan los meses, con un confinamiento al que creo que solo nos han preparado las películas de catástrofes porque ha sido todo raro, extraño, con imperiosa necesidad de conocer el final y sabiendo que es justo lo terrible de la situación, que nadie sabe nada y nadie puede saberlo… la maldita incertidumbre.

Y después del confinamiento llega el desconfinamiento y esa puerta que fue cerrada de un portazo, comienza a abrirse con ruido, necesitando aceite, con pereza por todo lo que nos enseña cada centímetro que cede en su apertura.

Y preparamos todo para que aD, no solo vuelva a ser la Escuela que habíamos conseguido que fuera, sino que, además, vuelva reforzada, con nuevas iniciativas y con proyectos ambiciosos porque las crisis deben servirnos para lanzarnos, para no temer al más alto trampolín porque ya hemos visto lo que puede ocurrir de repente, sin verlo venir, sin anuncios…

Y descubres quiénes están ahí como apoyo, con absoluta empatía ofreciendo ayuda, empujando, echando hacia atrás lo que no ayuda, colocando orejeras para no desviar el rumbo y volviendo a colocar un hilo invisible que te tira de la comisura de los labios hacia tus orejas.

Y llegan ayudas económicas del Ayuntamiento que te hacen sentir que alguien por arriba se acuerda de ti, que no acaban con todas las deudas pero resuelven muchas facturas pendientes.

Y llega nuestro querido alumnado y ante la posibilidad de volver a levantar el telón, nos responde con la bonita energía que dejan en la Escuela y que notas al entrar, esa bonita energía que impregna el aire que toca ahora desinfectar y que aún lo dejará más bello.

Porque la alegría y la magia están presentes en aD y porque creemos absolutamente que seguirán en nuestra Escuela, haremos posible que Alegría y Peter Pan sean posibles, que tardaremos, es evidente, y que será genial… también.

Mes de mayo, 2020, en eso estamos, duro, sí, mucho, muchísimo, pero es en lo que creemos y es lo que queremos hacer, es nuestro amado trabajo.

ana